martes, 24 de enero de 2012

El estanque (Cuento II, perteneciente a la serie "Relatos del Mañana")


El estanque (Cuento II, perteneciente a la serie "Relatos del Mañana")

Ante Ana se bifurcaba el sendero y sus pasos la dirigieron prácticamente solos hacia el ramal de la derecha. Iba sumida en hondas reflexiones y el desánimo le hacia presa.
Ante ella se abrió un claro con el pequeño estanque donde solía ir a leer. Esta vez, en sus manos no llevaba el amado libro. Esta vez... las únicas palabras que oía danzaban en su cabeza. Mañana... ¿cómo hoy? Hoy... ¿igual que ayer?
Se sentó bajo un árbol y rodeó con sus brazos las rodillas... rompiendo a llorar.
Permaneció así largo rato hasta que liberó gran parte de la congoja que sentía. Entonces, empezó a coger piedrecitas que iba tirando de una en una al estanque. No volvía a tirar la siguiente piedra hasta que las ondas que producían al impactar contra el agua no terminaban de expandirse.
De pronto oyó la voz de un anciano:
-Profundos pensamientos los tuyos, mujer.
Ana se giró despacio y contempló a un hombre cuya cara era el reflejo de su avanzada edad. Incontables arrugas surcaban su rostro delatando su larga singladura en los caminos de la vida. Sus blancos cabellos resplandecían bajo un rayo de sol.
-¿Me permites sentarme a tu lado?
Ana así lo hizo alargando su brazo y tocando en un lugar del césped cercano a ella.
-No he podido evitar detener mi paso al escuchar tu llanto. Luego, te he visto calmarte y contemplar las ondas del agua mientras tirabas piedras. ¿Puedo saber el por qué de tu proceder?
Creo... señor, creo que he perdido la Esperanza en el Mañana... y por eso lloraba... luego... 
he tirado piedras para aliviar el lastre de ello... y con ello mi pesar. 
-Y ahora... ¿por qué sonríes? Tu sonrisa ilumina más que el mismísimo sol.
Señor, dijo Ana... ahora sonrío, porque al contemplar las ondas de expansión del agua, he sentido, porque he creído en ello, que la desesperanza se difuminaba como ellas. Y he vuelto a pensar en mañana como algo diferente que aún no está. Algo que formaré yo misma con mis pensamientos y mi actitud. Así, cada vez que siento que pierdo algo, lo que sea... la esperanza, la ilusión, el amor... vengo a este estanque y lloro por ello. Pero lloro mansa, tranquilamente... sin recrearme en el dolor. Cuando mi espíritu se serena, procedo a arrojar los guijarros... y con las ondas del agua se van los pensamientos negativos... y creo de nuevo.  Creo en la Vida.
El anciano la mira complacido y le dice:
-Ahora sé porque he tomado el ramal contrario en el sendero. Tenía que encontrarme contigo. Yo ahora mismo, en el final de mi vida, me pregunto cada día si mañana no despertaré. Oyéndote a ti, me doy cuenta de que eso no importa. No importa si no me despierto, lo importante es vivir este día. Mañana es otro que aún no es. Lo realmente importante es la actitud con la que te tomas la vida. Vives ahora... mañana... aún no es.
(Cuento perteneciente a la serie "Relatos del Mañana")

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