jueves, 3 de mayo de 2012

El Horror





El Horror

Érase que se era, en el País de los Cuentos, vivía una mujer un tanto "cuentista", denominada Le Horror.
A Le Horror le gustaban mucho las fiestas, salir a cenar, de excursión... pero tenía un problema. Y grave. Ni trabajaba ni quería trabajar. Pensaba que era mejor que pagasen los demás.
Un día, Le Horror se hizo miembro de un "Club de Vida Social". Creía que allí le sería fácil buscar posibles incautos para sus manejos. Llegó como una pobre víctima de la sociedad que no tenía ingresos. Era su "papel". Ella siempre había querido ser actriz.
Al principio cayó bien... parecía que se preocupaba por los demás, que se interesaba por ellos... pero en realidad buscaba su propio beneficio.
-¿Cómo puedo conseguir dinero? Se dijo Le Horror.
-Ya sé... organizaré meriendas para los estúpidos estos, a ver si se hartan y me dejan de heredera. Y mientras tanto, cobraré por las meriendas. Si me cuesta diez, pediré veinte. Así yo tendré dinerito. Y podré manejar a la gente a mi antojo.
Y así lo hizo.
Y en verdad no era el dinero que pudiese ganar más o menos desempeñando la labor de crear meriendas, sino la maldad que iba implícita en su forma de actuar. El engaño y la avaricia.
Poco a poco las personas empezaron a ver la calaña de esta mujer y se fueron apartando de su lado. Cada vez que hacía algo por alguien esperaba el doble a cambio. Era vil y traidora... a las personas, sonreía en su cara y les daba las gracias por su presencia, pero cuando le daban la espalda les clavaba un puñal con sus comentarios de baja estofa. Ella que vivía de todos, a todos denostaba. Y no hablemos de la envidia... era verdaderamente alguien muy envidioso, que ansiaba sobresalir siempre por encima de los demás y que no soportaba que los otros fueran felices, puesto que ella no lo era.
Y las personas comenzaron a darle la espalda. Nadie creía sus patrañas.
En menos de un año de organizar meriendas, Le Horror estaba prácticamente sola. Habían llegado a estar relativamente concurridas, pero ahora... ahora, si iban diez eran muchos. Y de éstos diez, dos eran sus amigos y los otros personas nuevas que desde que veían la realidad emigraban a otros lares.
Y Le Horror... se consumió en su propia rabia e impotencia.

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