lunes, 23 de abril de 2012

La Tarjeta Blanca



La Tarjeta Blanca
Sentada en la mecedora, Engracia contemplaba el jardín. A su lado se encontraba su nietecita Amparo,  tomando la merienda de la tarde y tirándole de la cola al gato.
-¡Amparo! Deja al gato tranquilo y cómete el bocadillo.
-Abuelita... si me vuelves a contar otra vez el cuento de cuando salieron de Zolompia. Anda, porfa, abuelita, cuéntamelo... anda, venga...
-Está bien, Amparo, te lo contaré, pero mientras, tu come.
Hace algunos años, tantos que se difuminan en mi mente, vivíamos todos en Zolompia. Allí las cosas no iban nada bien, por lo que muchos amigos se habían ido a otros países en busca de fortuna.
Desgraciadamente, el viaje era bastante caro, y encima había que conseguir la "Tarjeta Blanca". Gracias a ella, se podía vivir y trabajar en cualquier lugar.
A nuestro pueblo llegó un hombre que dijo ser papelador.
Los papeladores, como ya sabes, Amparo, son los que resuelven los temas de documentos. El hombre, dijo llamarse Gorrón Mengano y ofreció a todos conseguir la ansiada "Tarjeta Blanca". El precio era considerablemente menor que otros, y algunas personas nos interesamos. Como yo y tu abuelo.
Nos dijo que además de la tarjeta, tendríamos trabajo y alojamiento, así que nos reunimos con toda la familia y le pedimos su ayuda.
La familia era muy grande, pero muy pobre... tus tíos, tus tías, primos, primas... todos aportaron su granito de arena. Luego vendimos también los enseres que aún guardaba yo de la boda... hace tantos años... Y poco a poco, logramos la cantidad necesaria. Le entregamos la mitad, y la otra mitad se la daríamos cuando llegásemos a la Tierra Prometida.
Por fin, emprendimos el viaje... tu abuelo, tus padres, tu tío Perico y yo. Tu aún no estabas con nosotros, Amparo.
Al llegar a la Tierra Prometida, el señor Gorrón nos esperaba, y a la entrega de la otra mitad de la cantidad acordada, nos dijo que ya nos avisaría.
Nos encontramos tan desamparados... aquí, como sabes, vive tu tía Lucía. Ella nos dio cobijo hasta que se arreglara nuestra situación... no teníamos dinero, ni Tarjetas Blancas, ni trabajo, ni casa... Dios mío... cuando recuerdo aquellos días aciagos se me pone la piel de gallina.
El tiempo transcurría... y nosotros no podíamos ya ni siquiera hablar con ese hombre... nunca estaba.
A través de Radio Bemba...
-¿Qué es Radio Bemba, abuelita?
-La viejecita se ríe con voz cascada... ja ja ja... Pues la información que se transmite por la lengua, Amparito...
Te decía... a través de Radio Bemba, nos enteramos que muchos conocidos nuestros estaban en la misma situación, por lo cual nos pusimos en contacto con la Ley.
Bien... para no cansarme más, a Gorrón Mengano le cayó una buena, por engañar a las personas. Y en vista del daño que nos había hecho, la Ley nos entregó las Tarjetas Blancas y nos ofreció protección hasta que todo fuese mejor. Como por fortuna así ha sido.
A todo esto, Amparo ya se había zampado el bocadillo, y preguntó a su abuela:
-Abuelita... y ese señor tan malo... ¿dónde está ahora?
-Pues Amparito, contestó la abuela, no lo se, pero espero que en el lugar en que se encuentre, no pueda jamás volver a hacer lo que nos hizo a nosotros. Y ahora, vete a jugar con tus amiguitas, que yo quiero ver el serial de las seis.

Nota: este cuento va dedicado, con todo mi cariño, a todos los inmigrantes.

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